27/7/14

Pequeña historia del mate (I de V)


pintura gaucho tomando mate


El mate es nuestra bebida nacional por antonomasia, eso no lo podemos negar de ninguna manera.
Falta que alguien se sienta solo, para que marche a la cocina, caliente agua y se siente a tomar unos mates y esa compañía lo ayudará a pensar y a reflexionar, o que dos amigos se encuentren para que surja de inmediato, como un amigo más en la conversación que se va a venir.
Nuestra lengua, como lengua viva que es, ha ido modificando la forma de invitar: “Vamos a tomar unos matienzos?” ; o “unos verdes”, o “unos amargos”, en fin decenas de manera de nombrar esta infusión que acompaña a las costumbres nacionales desde hace más de cuatrocientos años, pero pocos conocen esta historia, larga e intrincada, llena de marchas y contramarchas.
Pero comencemos por el principio: su nombre “Ilex-Paraguariensis” fue dado por un naturalista francés, Augusto Saint Hilaire en 1823.
Se trata de un árbol, parecido al laurel. De altura variable suele alcanzar entre 4 y 6 metros, aunque en estado salvaje pueden llegar a unos 10 metros.
De donde surge nuestra bebida es de sus hojas.
Esta planta nace, desde épocas anteriores a la llegada de los españoles, en las zonas boscosas subtropicales y templadas, con lluvias alternadas en todo el año, en tierras rojas, con temperaturas de 17 a 20 º centígrados.
Estas características se dan en nuestra zona chaqueña y mediterránea y también en países vecinos como Brasil, Paraguay y Uruguay.
Son plantas realmente longevas, pues su período de producción se calcula en unos 150 años.
La familia vegetal a la que pertenece la yerba mate está formada por cerca de 280 especies, casi todas del género Ilex.

 
Pintura: Juan Manuel Blanes


A su infusión se le atribuyen poderes excitantes y tónicos de carácter mágico, con lo que los antiguos guaraníes le daban un origen cuasi-divino.
Hoy tras exhaustivas investigaciones se conoce que la infusión de esta yerba, ya sea como mate, o como té (mate cocido), caliente o frío (el célebre tereré de los paraguayos) tiene realmente poderes estimulantes y tónicos.
En las largas marchas de los carreteros que hacían la travesía desde Lima a Buenos Aires, no consumían otra cosa más que mate, carne asada y alguna que otra galleta dura. Lo mismo ocurría con nuestros soldados en las guerras por la Independencia y más tarde las campañas al desierto. No incluía en esa dieta ni hidratos de carbono, ni cítricos, ni verduras frescas, por lo cual la ausencia de vitamina C debería haber provocado en ellos problemas digestivos y aun la aparición del temido escorbuto, cosa que frecuentemente sufrían los marinos en los largos viajes que realizaban, sin embargo esto no sucedía y se atribuye a que el consumo de abundante mate amargo y al no beber agua fría o cruda, generalmente contaminada, evitaba problemas gastroestomacales incorporaba la cantidad suficiente de vitamina C al organismo y evitaba estos problemas.
Al principio se consideraba que la planta de la yerba mate crecía espontáneamente y su cultivo era poco más que imposible.



 
"Cumplidor el malevo ¡que heladita cayo mi amigo!" - Carlos Montefusco


Sin embargo, los sacerdotes jesuitas que recalaron en las misiones guaraníes, luego de arduas investigaciones y pruebas, mediante injertos y el calentamiento de las semillas, lograr almácigos y plantaciones.
La denominada yerba mate está formada por las hojas de esta planta, a la que previamente se la seca y tritura o muele.
Cuando esa hoja lleva incorporados los pecíolos y ramitas de las hojas se la denomina “con palo”, pero la de mayor aceptación en nuestra zona es la “sin palo”.




Autor: Carlos Ernesto Pieske

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